jueves, 15 de mayo de 2008

Él pensará que es sólo un capricho, que lo quiero envolver entre mis sonrisas para después dejarlo atrás como algo mucho menor que un recuerdo, él pensará que todo es mentira, que lo estoy fingiendo... porque así debe ser mi modus operandi, pensará que son tonterias de niñas, que sería él o cualquiera, que en realidad lo único que me importa es mirarlo al final con esa carita de "caíste" también pensará que voy a acabar con su tranquilidad, su costumbre, su equilibrio y ¿uno para qué se va a complicar?

¡Supiera lo que ocurre en verdad! Supiera que me hace sentir algo diferente a todo lo que he sentido en mi vida, supiera que me muero por halarle el cabello, por morderle la cara, por quitarle la camisa de cuadros, por escuchar sus susurros, por estar tan cerca como para oler su aliento, si supiera que me encanta todo de él y que aunque el deseo es infinito!!!!!!!!!! no es sólo eso, supiera que también me pierdo en su inagotable conversación, que me mata de risa esa ternura rara, que me muero por ser su sombra en las campañas que emprenda, supiera que es el único por el que me quitaria las alas, que su voz me calma, que es el único, que es él el que es, supiera que desde que llegó sacó todo de mi mente para espernancarse en ella. Supiera que llena de letras este pedazo y de bellas ideas locas mi tiempo.

Supiera que lo que más quiero es empezarlo para no terminarlo nunca. Pero no, él no lo sabe, y algo me dice que no lo quiere saber, porque me ve como una complicación, y yo sé que lo que le digo con mi boca, con mis ojos, con mi piel, con mi vestido le parece falso y corriente, lo cree así porque es más fácil, porque si me empezara nunca querría acabarme, pero le cambiaría la vida y ¿Uno para qué se va a complicar?
Y ahí iba la peor de las revelaciones, yo no se lo había robado a ella, él se había tomado un descanso entre mis brazos. En ese preciso momento vino a mí el eco de la voz de mi amado cuando hablando de otro aseveraba “la gente nunca cambia” y la revelación se hizo innegable, ahora era yo la que lo cuidaría de las mil mí que le servirían de nido en adelante. En un instante todo cambio, de cazadora pase a ser presa, de segura a temblorosa y de deseada a la noble.

Lo amo más de lo que siempre, y sin embargo sé que para él todo es diferente. Si pudiera volver el tiempo a atrás debería escurrirme de sus encantos, pero no lo haría; cada uno de mis amargados días por su hechizo, cobra sentido al recordar el comportamiento animal que despertó en mí su proximidad, sus ojos que engatusan despacito, su voz suave, sus diplomáticas manos pidiendo siempre permiso para todo. Su boca de fresa dicotómica, su olvido estratégico, su maldito talento para cautivar a todos sin dejarse al descubierto.

Desde luego se va transitando hacia el odio y la venganza, porque no soy tan buena para comprenderlo, tan racional para olvidarlo o tan simple para esconderlo, más bien soy como él, peligrosa, envolvente, mentirosa. Llega la infaltable guerra, y entonces yo, que lo peor que hago en el mundo es disimular, comenzaré a jugarla, con el miedo de quererte más que siempre y la determinación de no poderte dejar en paz; no, no es cuestión de ganar, es más bien el placer de vengar y matar, de aleccionar, y fingir que nada ha cambiado de lugar, fingir que todo sigue igual.

Sólo fue un sueño...

Cuando el Viernes le cogí la mano caí en cuenta que de nuevo estaba jugando con el tiempo, en realidad me lo estaba haciendo amigo, pidiéndole permiso para romper la monotonía, alejar lo convencional que casi siempre aburre y cansa. Verá usted, primero nos acostamos, luego nos besamos sobrios, luego ebrios y luego henos ahí como un par de niños desconocidos unidos por las manos guardándose del frío intenso; como aquel día donde todos, todos los encantos giraban alrededor del tiempo.
Estábamos acostados mirándonos a los ojos y al tiempo haciendo el amor sin que nadie lo notara, sin palabras, sin caricias, sin gemidos, sin tacto, haciéndonos el amor telepáticamente y comunicándonos las respuestas a través de las pupilas, como si esto no fuera lo suficientemente peculiar, hacíamos el amor al revés, primero experimentando sentimientos de miedo, asco, duda, burla, todo porque en el fondo Lina me decía- No me parece sensato- -No me parece sensato- y Carlos se reía, lo que yo sentía como algo cruel. Pero como todo esa noche, todo cambió en un segundo y después de esos sentimientos post-sexo, llegaban los orgasmos, intensos, sinceros, calidos y repetitivos, luego el movimiento, la velocidad, la humedad, el sudor, los gritos, el calor entre las piernas hecho llama efervescente que no se podía tocar porque lo derretía todo de inmediato, luego la excitación de no saber si va a pasar o no, luego besos calientes, peligrosos, de esos que proponen cosas como quien no quiere la cosa, y luego la timidez de querer besar a alguien pero no atreverse, de verle la boca de reojo pero ni siquiera pensar en rozarla, luego las miradas de conquista y luego chas! despertarse mirando los mismos ojos con asombro, con la emoción del que vive algo único, inesperado, particular y propio, luego la sensación de sentirse elegido por el misterioso mundo, se abrió una puerta y lo que estaba en el cuarto fue innombrable, luego un regalo, se quedó en la memoria para de vez en vez presumirlo.
Y salvaje muy salvaje, sin despertarse, es muy intenso como si se fuese a explotar de tanto placer, como morir pero sin hacerlo, como agonizar pero de lo bueno, y es impensable que pueda mejorar, pero mejora cada vez más, es tan rico que se torna insoportable, y aún así no quieres parar.

El cuerpo suda, se cansa y se calienta a cien, pide una tregua, una pausa, un pare, pero el movimiento no cesa, en una sincronización perfecta encaja click! y en ese click se te transmite lo necesario para sedarlo y callarlo; imaginate totalmente drogado pero lúcido, totalmente excitado pero conciente, sensible a todo lo que te toca, sintiendo por separado cada estimulo y te sientes tan high que ruegas desesperadamente porque no se acabe, estas empezando a creer en Dios.