jueves, 15 de mayo de 2008

Sólo fue un sueño...

Cuando el Viernes le cogí la mano caí en cuenta que de nuevo estaba jugando con el tiempo, en realidad me lo estaba haciendo amigo, pidiéndole permiso para romper la monotonía, alejar lo convencional que casi siempre aburre y cansa. Verá usted, primero nos acostamos, luego nos besamos sobrios, luego ebrios y luego henos ahí como un par de niños desconocidos unidos por las manos guardándose del frío intenso; como aquel día donde todos, todos los encantos giraban alrededor del tiempo.
Estábamos acostados mirándonos a los ojos y al tiempo haciendo el amor sin que nadie lo notara, sin palabras, sin caricias, sin gemidos, sin tacto, haciéndonos el amor telepáticamente y comunicándonos las respuestas a través de las pupilas, como si esto no fuera lo suficientemente peculiar, hacíamos el amor al revés, primero experimentando sentimientos de miedo, asco, duda, burla, todo porque en el fondo Lina me decía- No me parece sensato- -No me parece sensato- y Carlos se reía, lo que yo sentía como algo cruel. Pero como todo esa noche, todo cambió en un segundo y después de esos sentimientos post-sexo, llegaban los orgasmos, intensos, sinceros, calidos y repetitivos, luego el movimiento, la velocidad, la humedad, el sudor, los gritos, el calor entre las piernas hecho llama efervescente que no se podía tocar porque lo derretía todo de inmediato, luego la excitación de no saber si va a pasar o no, luego besos calientes, peligrosos, de esos que proponen cosas como quien no quiere la cosa, y luego la timidez de querer besar a alguien pero no atreverse, de verle la boca de reojo pero ni siquiera pensar en rozarla, luego las miradas de conquista y luego chas! despertarse mirando los mismos ojos con asombro, con la emoción del que vive algo único, inesperado, particular y propio, luego la sensación de sentirse elegido por el misterioso mundo, se abrió una puerta y lo que estaba en el cuarto fue innombrable, luego un regalo, se quedó en la memoria para de vez en vez presumirlo.

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