viernes, 3 de octubre de 2008


Llegaba junto a Lina a un apartamento en el centro de la ciudad, entrábamos y estaba S. en pijama, medio dormido y algo serio, nos recibía y luego me llamaba a parte para hablar con él. Entonces me decía que su apartamento no era un hotel, y que no le parecía que llegara ebria en la madrugada y además con compañía, mientras tanto L. se instalaba en un sofá que dividía la sala en dos, y yo pensaba que con el tamaño del sofá no podríamos dormir juntas.

En el cuarto había una cama semidoble, él estaba en el borde y yo de pie frente a él diciéndole que si estaba bravo, que si me odiaba y que si ya no me quería él no respondía nada, parecía imperturbable, se paró y se acomodo en el borde del otro extremo vertical de la cama, yo lo seguí diciéndole siempre las mismas afirmaciones. Lo intenté besar y el se rehusó muy suavemente, me senté en sus piernas balanceándome con un ritmo despacioso y empecé a desabrochar los botones de una camisa de cuadros que no era roja más bien era verde o azul, luego me quité la camiseta y quedamos con los torsos desnudos mirándonos a los ojos, él sin expresión en la cara y yo llorando en silencio, ya no le decía nada. Entonces aunque sin hablar ni hacer ruido alguno, nos percatamos de que L. estaba en el quicio de la puerta del cuarto mirando como nos mirábamos y aunque no dijo nada yo escuche lo que estaba pensando: algo entre burla y sorpresa. Así que le respondí. “Es que nos gusta llorar sin camisas”, volví mi cara a él y sonreía parece que mis palabras le habían caído en gracia…. Nos recostamos y quedamos frente a frente, él acaricio mi cabello y mi rostro apartando las lagrimas para evitar que cayeran sobre la sabana, me miró con cara de ya todo está olvidado…. Pero yo tenía dolor de adiós y comencé a llorar como niña pequeña ya con sonido y con las manos en los ojos, el sonrío y no dejo de mirarme, acaricio mi brazo y escuché en mi mente su voz diciéndome todo está bien, todo está bien. En ese momento me convencí con sus palabras y aunque seguía llorando pasito me sentía protegida, un poco mareada por la embriaguez pero protegida.