martes, 20 de mayo de 2008

Cuando nació no tenía mamá y papá solo tenía madre y que bien que le iba disfrutando con todo su cuerpo cada segundo. Mientras estuvo en las profundidades del vientre de su madre el calor, la humedad y el sentirse protegida fueron constantes, compartía su tiempo jugando a las escondidas con escarabajos, con plantas, bacterias, animales de colores, con lucecitas intermitentes, gotitas de agua, pedazos de tierra y un universo de mil cosas ocultas y fascinantes que todos experimentamos alguna vez pero que se nos perdieron de la memoria. Al nacer, aunque todo fue diferente a lo que había experimentado en días anteriores, no había ningún malestar, era otra, nueva, feliz, y con la edad que el mundo tenía. Vio la luz por primera vez y se sintió libre pero indefensa, hermosa pero observada, extasiada pero temerosa, ansiosa pero prudente, lo que sentía era similar a hallarse presta a las ordenes de un no sé quien que la vigilaba de un no sé donde lugar, que no se veía pero que no por eso se dejaba de sentir.

Con el tiempo fue abriéndose al mundo y entendió que la vida estaba hecha de procedimientos instantáneos que fue cumpliendo por naturaleza, se alimentó, trabajó, creó, liberó, amó, pero sobre todo sorprendió a mil y enamoró a otros tanto eso si nunca fue de nadie; lo único que le faltó fue viajar, pero es que no le cabía en la cabeza partir a otro lugar, ni siquiera intentaba pasarlo por su mente, ¡era incapaz siquiera de desearlo! En parte porque siempre supo que una parte de ella había quedado dentro de su madre y en parte porque estaba completamente segura de que no podía.

El día que empezó su muerte, ella no entendía nada de lo que estaba pasando, ni siquiera se inquieto ¿cómo sorprenderse si en su corta vida de meses, segundos ó años todo lo que había experimentado tenía el mismo tono inexplicable?, así que no puso resistencia y se cerró, y esperó a que lo que viniera, viniera rápido y se fuera igual. Hasta que empezó a sentir mucho movimiento fuerte, doloroso, agreste, violento, desalmado, feo, no pudo abrir los ojos, no sabía que era llorar, no sabía que estaba llorando, sólo esperaba a que acabara todo y volver a sentir la luz sobre su piel, y así fue…cuando abrió los ojos sintió el sol, pero también se sintió contaminada, alterada, sucia, empolvada, negra, oscura, enferma, moribunda, era claro, algo había cambiado, ahora era una de esas de la séptima, adornando un separador, que suscitan sólo dolor en mí y que pese a todo luchan por mantener sus flores en medio de ese mundo de hombre, artificial, contaminado y progresivo, había que ver a esa pobrecita Agapanto con esa sonrisita morada de valiente y hermosa matica buena. Había que verla…..