sábado, 16 de agosto de 2008

ANDRES 21 Agosto del 2005

ANDRÉS

Andrés nunca me gustó.

Eran las dos de la mañana, la ciudad se alistaba para levantarse, los mendigos y perros buscaban donde descansar un rato. Yo estaba sola, sola una vez más, los amigos ya se habían extinguido con la cerveza y el dinero, mas no la promesa de un próximo viernes de desenfreno y locura. Pasaban mil cosas por mi mente al tiempo que daba cada paso sobre el suelo. No llegaré nunca a casa. Paso 1. Mañana-hoy no me levantaré. Paso 2. ¿De dónde salen tantos perros? Paso 3. ¿El piso es gris o azul? Paso 4 . Voy a morir sola. Paso 5. No quiero estar más así. Paso 6. Que lindas son las flores de colores. Paso 7.

Mis pensamientos y mi conteo de pasos fueron interrumpidos por una explosión de rostros nuevos, me aturdían, hacían tanto ruido que no me permitían escucharme, seguí mi camino. ¿De dónde sale tanta gente? Paso 8. Sería encantador contar con tanto ruido siempre, de ese modo nunca me escucharía. Paso 9. Nunca llegaré a mi casa. Paso 10. Habían pasado 15 minutos y no encontraba una manera de llegar a mi casa, cerca a mí noté un hombre joven, alto y con gafas que me miraba como si me conociera de antes; antes de mi paso 11 escuché un hola que me asustó.

- Hola, ¿estabas en el concierto?

Su voz me dio confianza o quizá lo que me dio confianza fue su vestido o que olía bien.

- Espero no molestarte ....

Mi lengua no producía palabra alguna, y el silencio se iba ensanchando.

- ¿Fuiste al concierto?
- No, la verdad yo sólo pasaba por acá.

En unos minutos hablamos de su banda, e intercambiamos datos, que más daba.... mientras estaba en el taxi pensaba en lo agradable que había sido que Andrés me hablara, al comienzo tuve algo de miedo, pero después me sentí casi que protegida, de igual manera era poco probable que nos volviéramos a ver, y la verdad ni me importaba, Andrés nunca me gustó.

Pasaron algunos días, la universidad se hacia cada vez más tensa, más trabajo, más angustia, pero más conocimiento y el sueño de ser etiquetado con un titulo era el aliciente ideal. Andrés nunca llamó, pero igual nunca me gustó, escuchaba sus canciones de vez en vez tratando de separar el bajo de los demás ingredientes, y mi imaginación volaba .... aveces se iba al teléfono a conversar con alguna invitación a salir, las imágenes no paraban mientras mi cuerpo se recostaba cayendo en sueño. En ese momento el teléfono sonó, era Andrés diciéndome que los tulipanes purpura que yo había encargado ya no llegarían, que el bebé miniatura iba a tener cabeza en un par de semanas y que nos veríamos pronto.

Ringggggggg Ringggggggg Ringggggggg

- Alo
- Alo, XXX
- si
- Con Andrés, recuerdas el sábado en la madrugada ....
- si
- Vamos a hacer un concierto vas?
- Cuando es?
- El Jueves en el mismo lugar del sábado comienza a eso de las 10, te llamo luego, adiós.
- Adiós.

Me recosté de nuevo y justo al momento de poner mi cabeza recordé lo que había soñado, quise escribirlo para no olvidarlo y terminar perdiéndolo pero decidí acabar de acomodar mi cabeza y dormir por un rato, estuve inmersa por cinco horas en un sueño profundo del que no recuerdo nada.

Los siguientes días continuaron normalmente, la misma tensión de las obligaciones adquiridas y la piquiña de una rebeldía ya dormida para siempre, creo que lo realmente importante del Jueves o de Andrés fue el golpe que le propinaron al letargo en que se encontraba mi vida; quince horas después ya era Jueves y aunque luchaba para que fuese un día normal, de vez en cuando mi corazón saltaba con miedo ha ser reprimido por mi orgullo, pasaban las horas la mañana ya casi acababa y no pasaba nada, lo cual no era un gran problema, aunque la parecer mis rodillas no pensaban igual y temblaban un poco, eso no significaba que me importara, ya que de hecho Andrés nunca me gustó.

Una llamada llegó a eso de las tres y media de la tarde

- Si quieres te puedo dejar las boletas en tu casa
- Bueno entonces anota la dirección, yo te espero.

Todo en la vida envuelve un misterio, todo es tan complejo que uno sólo alcanza a apropiarse de una mínima parte de su existencia, ahora mismo pienso que eso es lo que pasa con el tiempo, lo que determina toda nuestra vida, el tiempo que va a un ritmo individual inexplicable y muchas veces insoportable, así como en ese momento de espera en el que caprichoso se movía despreocupadamente despacio, casi burlándose en mi cara. Llamaban a la puerta, y yo tenía que abrir rápido, sin pensar un instante en que decir ni como actuar, lo único que necesitaba era que mi mano abriera la puerta.

- Hola, ¿Cómo va todo?
- Bien, bien ¿y tú ?
- Bien también, ¿ya sabes donde es, verdad?
- Si
- Bien, me voy tengo que trabajar en los últimos ajustes para el concierto, nos vemos allá vale, adiós.
- Bueno nos vemos allá.

Es lo que siempre digo: si conquistara al tiempo y lo tuviera de mi lado le hubiera pedido que el minuto y medio que él duró en el quicio de mi puerta, se hubiese convertido en unos tres años. acallaba mi mente con música instrumental de negros fuertes y hermosos, evitando afrontar mi asombro ante el deseo de años de compañía con un desconocido, y lo más desconcertarte uno que jamás había llamado mi atención porque simplemente, Andrés nunca me gustó.

Llegó el momento del concierto, creo que esa vez logré suscitarle algo de compasión al tiempo ó con atrevimiento un poco de su amistad, porque las horas pasaron verdaderamente rápido. En este punto, ya no sé como describir lo que me sucedió posteriormente sin sentirme ajena y auto-traicionada, supongo que bastará con decir que me enamoré.

En esa oportunidad su bajo eléctrico fue reemplazado por un glamuroso y robusto contrabajo color caramelo, estábamos los tres ah! y claro mucha gente alrededor, gente que nunca importó,
me hacian sentír prisionera, mis carceleros eran todos los que me apretujaban en un ingenuo esfuerzo de no permitirme verlo, la música empezó, el llamado se tornó cada vez más salvaje, como una lucha por la supervivencia en la que llegar lo más cerca de él era una cuestión de vida o muerte. Entonces saque a relucir mi fuerza, mi firmeza, mis instintos, los demás no me importaban tales sujetos eran sólo enemigos, un amasijo de brazos que me ponía a prueba y al que tenía que vencer, la batalla era claramente injusta, sola yo, sola con mi cuerpo de mujer menuda, sola con mi cara de niña, sola yo, desprovista de cualquier instrumento para aterrar o producir miedo, sola yo contra cientos de contendientes todos muy diferentes, algunos muy fuertes, y hasta firmes en la idea de no permitirme avanzar siquiera un centímetro.

Me preparaba para la batalla, rápidamente cargué mi cuerpo con la irracionalidad de un maniático, el descaro de un cínico y la mirada de una bruja , me combatiendo sin cansancio, la música sonaba cada vez más fuerte y la sangre en mis venas se calentaba hasta hervir y casi romper la piel de mis brazos.(continúa....)